Clínica de Marly: El sueño visionario de Jorge Cavelier.

Hace más de una década, cuando el doctor Cavelier (padre) vio el terreno en la Sabana, pensó que ese sería el sitio de crecimiento más fuerte de Bogotá. No se equivocó. Su hijo Luis Eduardo Cavelier acaba de cristalizar ese sueño con cien mil millones de pesos.

La demora fue arrancar, porque el impulso venía desde hace más de 15 años, cuando Jorge Cavelier -padre- vio en sus viajes, entre Chía y Cajicá, que el lote estaba en venta. El abuelo Cavelier, fundador de la lechería la Alquería los invitaba a sus fincas de recreo en ese sector y la región se convirtió en su meta. Cuando por fin el doctor Cavelier adquirió el lote, no hubo tiempo de empezar la construcción. Solo cuatro años después de su muerte y habiéndole dicho que sería una realidad, su hijo Luis Eduardo materializó el sueño en un tiempo récord de dos años.

Hoy la Clínica de Marly Jorge Cavelier Gaviria, nombre completo en honor a su padre, no solo es la hija de la Sede Matriz en Bogotá, sino el lugar que busca responder a las necesidades de buena parte de la sabana.

Y así como su vida, el doctor Cavelier convirtió la obra en toda una aventura y se apropió de cada detalle.

Además de su especialidad médica, la urología, otros asun- tos que le apasionan son “la arquitectura y la construcción”, por lo que “fue un reto muy agradable organizar todo para que la obra se ejecutara en ese tiempo”.

Se trata de un lote de aproximadamente cinco hectá- reas en el que apenas si se usaron cerca de 20.000 metros cuadrados para la clínica que se divide en tres zonas: El edificio de 50 consultorios para las actividades propias de los médicos. El área a la que el doctor Cavelier llama “el alma de la clínica”, donde están los servicios de laborato- rio, cuidados intensivos, unidad neonatal, obstetricia, salas de cirugía y esterilización. Y un tercer edificio en el que hay 87 habitaciones para hospitalización.

La inversión, pese a haber surgido en un momento crítico para la economía del país, rondó los cien mil millones de pesos. “La cifra es un poco menor, pero si es muy cercana, allí están los costos que desde un comienzo planteamos. Por eso, a punto de cumplir los 115 años como la institución privada más antigua del país, no tendremos celebraciones. Seguiremos siendo una entidad sana en lo económico”, asegura Cavelier.